Reseña: Fuimos a ver "Sonríe" y se nos pegó la sonrisa malvibrosa

Reseña: Fuimos a ver “Sonríe” y se nos pegó la sonrisa malvibrosa

por Jovinho Estrada

Ya tenemos traje para Holloween

En Sonríe (Smile, 2022), peli primogénita del norteamericano Parker Finn, basada en su propio cortometraje de 2020, Laura no ha dormido, la psiquiatra Rose Colter (Sosie Bacon, del autocontrol al desquicio) despacha pacientes cuando la joven en total desequilibrio Laura Weaver (Caitlin Stasey) se presenta acosada por un ente maligno solo visible para ella que adopta la forma de conocidos vivos o muertos cuyo semblante se congela en una tensa, inquietante y malvibrosa sonrisa.

La sonrisa malvibrosa logra tomar control de la muchacha tan solo para inducir un suicidio vía rajada de pescuezo, dejando a Rose en estado de “QUÉPERRASVERRG4S” y bajo la difícil consigna de deshacerse del maldito ser que se alimenta y propaga por el trauma y que ha prometido continuar el ciclo de suicidios una vez que logre consumir a Rose en una espiral de paranoia pesadillezca, no sin que ella intente luchar contra el descrédito de sus pares, la desconfianza de su entorno y el propio fantasma de su adicta madre muerta.

Mediante meticulosos movimientos de cámara, transiciones envolventes y juegos de tensión-distensión que la llevan al cómodo terreno del cine de “sustos” (aderezados con inquietante diseño sonoro y soundtrack de Cristobal Tapia de Veer [Utopia UK]), Sonríe construye un efectivo terror audiovisual capaz de mantener al espectador incómodo y en espera de ese ancestral escalofrío que emerge en la tatema, recorre la columna y se disipa en el yoyopo (¿sí o no, raza?).

No obstante, la contundencia formal, la propuesta temática y la nada temblorosa mano del director insinúan una película más profunda y propositiva que aquella que termina siendo, engolosinada en sus propios recursos y entregando un desenlace que enmascara en su “giro de tuerca” un tufo a lo mismo de siempre (posible secuela incluida).

Más cerca del el efectismo cumplidor de la versión gringa de El Aro (Verbinski, 2003) que de las propuestas de género provenientes de nuevo autores (Hereditary, The Witch o Get Out), pero, eso sí, con una identidad propia, Sonríe consigue dar una lograda representación a la inquietante sensación de intentar poner buena cara y mantener la mente a flote cuando te está cargando la riata a todos niveles. Y además, nos ha regalado disfraces verdaderamente perturbadores para el próximo Halloween.

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