“No sean malitos, demen un chance”
Nueva República Amorosa.- Luego de que que AMLO recibiera su constancia como presidente electo a manos de la Jueza Malosa, el todavía presidente pero ya sin funciones de México, Enrique Peña Nieto, preguntó desde una solitaria esquina si todavía tenía que quedarse hasta diciembre o si ya ahí la dejaba.
“Ándenle, no sean malitos, la Gaviota ya se me adelantó a París y la mera verdad yo ya no hago nada, me quedo todo aburrido en los Pinos viendo Netflix“, escribió nuestro ex Tlatoani en su diario ante la indiferencia de la gente que lo rodeaba. Lamentablemente, el propio diario se negó a recibir estas palabras y de inmediato se puso a escribir otra cosa.
Triste, solo, abandonado y bien chipil, el alguna vez amado Peña deambuló por los pasillos de su hogar preguntándose “¿Qué fue lo que hice mal?”. Más tarde, sentado en el retrete, pensó que tal vez no era buena idea comprarle esa Casa Blanca a Angie justo a medio sexenio, o que debió ser más severo con Duarte, o que no debió poner a Meade sino reelegirse.
“Es curioso”, reflexionó Peña, “ahora que el tiempo ha pasado y que la luz de la sabiduría y la experiencia ilumina este oloroso momento, me doy cuenta que lo verdaderamente importante no es cómo te vas a peinar o a qué escuela asistirán tus hijas, sino servir con amor y dedicación al pueblo de México”, tras lo cual le creció barba, una boina calada al estilo del Ché y un porro de los que mataron al Papa.
