La prueba que hacía falta
El 31 de julio del año pasado sucedió un fenómeno que fue afortunadamente capturado por un telescopio infrarrojo de la agencia espacial estadounidense NASA, conocido como Spitzer. Éste aparato pudo mostrar la interacción entre dos agujeros negros en la galaxia relativamente cercana a la Tierra.
Ubicada en la constelación de Cáncer, la galaxia conocida como OJ 287 se encuentra a 3,500 millones de años luz de nuestro planeta y presenta un par de agujeros supermasivos que presentan brillantes explosiones de energía.
Unos astrónomos han podido calcular sus masas gracias a los principios de la teoría de la relatividad del físico alemán Albert Einstein. Uno de los colosos pesa 18.000 millones de veces que la masa de nuestro Sol y el otro pesa tan solo 150 millones de veces que nuestro astro rey.
También, pudieron establecer un cálculo con mayor precisión de las interacciones de los agujeros negros gracias al teorema “sin pelo” que desarrolló el brillante Stephen Hawking y que varios científicos han trabajado con ella.
Gracias a este teorema el “baile” en el espacio que ocurre entre ambos colosos sucede 2 veces cada 12 años aproximadamente. Esto gracias a que incluyeron los efectos de deformación en el espacio-tiempo y al suponer que el agujero negro más grande tenía una “superficie” lisa.
Sin embargo, este avance en la astrofísica no habría podido comprobarse ni estudiarse en el futuro de no ser por el telescopio Spitzer. Ya que cuando ocurrió este suceso en la galaxia OJ 287 ocurrió en el lado opuesto del Sol a la Tierra y fuera de la vista de las instalaciones en nuestro planeta.
Two massive black holes are locked in a dance at the center of the OJ 287 galaxy.
Scientists used #NASA's Spitzer Space Telescope to detect the precise timing of their complicated dance.
Article➡️https://t.co/rGat6BYe3m
Paper➡️https://t.co/RqkwwdwOtx@NASAspitzer #scitwitter pic.twitter.com/GY4vouNkfr
— ⭐Nereide🪐 (@Nereide) April 29, 2020
Mientras que Spitzer, asegura el Instituto de Tecnología de California de Estados Unidos, se encontraba en la posición privilegiada de 160 millones de kilómetros de la Tierra; lo que lo colocó en el sitio ideal justo cuando se había pronosticado que tendría lugar el primer brillo.