“No se me puede detener, José, las ovejas serán las siguientes”
Casa de Pickman, Fresnillo, Jerusalem.- Inmediaciones mexicanas repitieron una atroz noticia sin querer. Hace tres años se hablo de un niño gigante que destrozó un establo en su camino a la gloria. Hoy la historia no dista del pasado, hoy comienza el principio del fin. Responde al nombre de Niño Dios pero su hambre clama por todos nosotros.
Soy indetenible, Belén, dijo el espíritu del fuego a nuestros corresponsales, que gracias a la marihuana que llevaban encima no temían por el resurgir de Júpiter. La filia religiosa creó a una criatura intempestiva, solo el ruido de las tormentas destruyendo pueblos lo arrullaban al mundo de los sueños… solo parar devorar a Morfeo en su vulnerabilidad.
Comerse a otro ser vivo es parte de la historia, de la supervivencica humana, pero aquí había placer. Se había convertido en un deporte. Las almas de los santos inocentes intentaron detener a este rey de la noche, sin éxito el continuó con su camino. Su meta es la Villa, el mayor lugar de adoración. Esta tierra es de los fieles, de los que creen en las pupilas que regresan.
Todo este tiempo rezamos al dios equivocado, es hora de implorar porque la noche no sea tan oscura como su vacío.
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