Adiós, Vaquero: cerrarán la librería Gandhi y la banda ya fue a despedirse de ella

Adiós, Vaquero: cerrarán la librería Gandhi y la banda ya fue a despedirse de ella

por Lui

Los tiempos están cambiando

La CDMX.- Quizás muchos chilangos y foráneos avecindados en la Capital tuvieron la experiencia de ir a las librerías de Miguel Ángel de Quevedo. Quizás cuando fueron entraron en la Gandhi Oportunidades para comprar un libro o un disco más o menos barato.

Pues bien, esos tiempos ya se terminaron, ya no más, it’s over, c’est fini, San Seaca Buche. Aquella histórica librería cerrará sus puertas para siempre el próximo 16 de agosto. De modo que varios lectores han ido a despedirse de ella.

La Gandhi Oportunidades es emblemática porque se trata de la primera sucursal de estas librerías. Fue fundada en 1971 por Mauricio Achar, y ahora cerrará sus puertas para siempre por razones económicas.

De todos modos ya ni tenía lana para ir a la Gandhi

Actualmente existen 44 sucursales de las Librerías Gandhi. Pero en aquel tiempo, ésta era la única y no sólo vendía libros, también había cafecito y un foro para actividades culturales. O sea, fue de los primeros lugares donde los intelectuales se reunían para hablar del cronotopo, el metasemema y los paratextos en la obra de Fulano de Tal.

Al principio esta Gandhi era pequeña, unos 150 metros cuadrados, después incorporó otros locales que estaban a su alrededor, hasta llegar a ser esa sucursal grandota como la conociste. Ah, obvio, luego con el tiempo llegaron las otras muchas sucursales que están dispersas por todos lados.

Pero ahora todo esto ha llegado a su fin. En dos semanitas cierran la sucursal y a partir de septiembre el lugar albergará las oficinas de esa cadena de librerías. Por suerte, será la única sucursal que ahora quedará cerrada, las otras se salvaron.

Como chisme adicional: algunos viejos profes de Filosofía y Letras cuentan que, cuando apenas se inauguró esa Gandhi, había alumnos sin dinero que iban a la librería a “tomar prestado para siempre” algún libro. Si los descubrían, el dueño no se las hacía de emoción, siempre y cuando el acusado confesara que necesitaba ese libro para sus estudios. Uf, qué tiempos.

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