Eso ofende, viejo
México.- La verdad no estoy como para que vengan a MI casa, a MI internet, aparecer en MI celular y que me digan “fodongas, levántense”, oh no. Trabajo todo el día, lucho contra mis propios demonios todo el tiempo, y todavía viene Thalía a decirme que me ponga a hacer ejercicio porque estoy de fodonga, ¿qué se cree esta señora, quién le dio permiso de insultarme así?
No contentos con una Bárbara de Regil en el haber del internet, llega esta fulana con sus múltiples filtros chistosos, desde una caminadora, a decirle a todas las mujeres que se levanten y se activen.
Digo, no tiene nada de malo dar un mensaje positivo para motivar a tus seguidores justo principios del mes más gordástico, pero ¿fodongas?, esa palabra entra en el torrente sanguíneo, quema la sangre y dan ganas de pararle un alto antes de que te agarre una lonja y te diga “ji ji ji ¿que te sucerdió?”
“No dejen que se les acumule ahí la grasita, cariños”, dijo antes de que yo le diera un puñetazo a la pantalla.
¿Qué necesidad tiene Thalía y Bárbara de Regil para humillar a la gente?
Muy sencillo, la respuesta es ninguna. Y ¿qué necesidad tenemos nosotros, los espectadores que buscamos ser entretenidos, de ver a esta gente con sus abdómenes planos y perfecta figura aleccionarnos con respecto a nuestra figura y hábitos alimenticios? Tampoco ninguna, camaradas, aprendamos a cancelar a la gente que nos echa en cara la sarta de malas decisiones que hemos tomado.
Por ello, esta redacción que desea todos los días que alguien traiga un pastel a la oficina, les decimos que así los queremos, con lonjas, sin lonjas, con grasa, o sin grasa, la obesidad es un problema real, sí, pero ay… ya qué, ya se acabó el año.