Ella tuvo que confesarle todo
Mundo Incluyente.- La inclusión es algo necesario para la evolución de la conciencia humana, sin embargo, tanto hombres como mujeres, hijos del heteropatrircado, les está costando mucho trabajo adaptarse a este nuevo siglo, y pruebo de ello es Jan, un hombre belga, o más o menos belga, que a los 19 años de casado, descubrió que su esposa, Mónica, era hombre, cosa que le hizo perder el equilibrio al marido y necesitar una consulta psiquiátrica para comenzar la rehabilitación de su machismo.
La pareja de tortolitos se conoció hace 20 años en Indonsesia, y les bastó poco tiempo para darse cuenta de que eran el uno para el otro. Jan sacó al don Juan que llevaba dentro y le propuso matrimonio a Mónica. Se casaron en Europa para que ella pudiera tener la ciudadanía europea y así pudieran vivir juntos y felices por siempre. O no.
Fue desde antes de la boda cuando Mónica tuvo problemas con sus documentos, los cuales, según las autoridades, parecían apócrifos, pero como Jan estaba tan ciego como enamorado, pagó una mordida para que las autoridades fingieran demencia y no dijeran nada de las irregularidades que presentaba la mujer. Y aún así el belga no sospechó nada. Ajá.
Mónica había dicho que no quería tener hijos, cosa que tampoco le causo sospecha a Jan, pues él ya tenía dos niños de un matrimonio pasado y no quería tener la responsabilidad de más chamacos en este mundo. Y tras cumplir 19 años de casados, comenzó a correr el rumor de que la esposa era hombre.
El belga decidió confrontar su esposa y ella le confesó todo, que un par de años antes de conocerlo se hizo una operación para deshacerse de su asqueroso cuerpo de hombre. “Siempre pensé que era una mujer atractiva”, declaró Mónica.
Ella (o él) engañó a Jan fingiendo que tenía la menstruación, mientras que muchas mujeres en todo el planeta desean no tenerla. “Incluso cuando teníamos relaciones sexuales yo no sentía nada fuera de lo normal”, concluyó Jan, el hombre más distraído del mundo.