¡En tu cara, eterno pasante!
Internetepec.- Mientras muchos universitarios están arrinconando sus libros para disfrutar de unas deliciosas vacaciones, o se encuentran haciendo cuentas para saber en qué año podrán pasar todas las materias que deben, o viven en un eterno círculo infernal de querer hacer la tesis y no lograrlo… En fin, mientras mucha gente sufre crisis académicas, otros logran terminar su carrera ¡desde la cárcel!
En ese país europeo que en realidad se localiza en Sudamérica, conocido como Argentina, existe un individuo que se ha convertido en un ejemplo y un emblema de motivación para muchos. Se trata de Waldemar Cubilla, un joven parecido a nuestro Brayan mexicano, quien, orillado por las circunstancias, comenzó a delinquir desde muy temprana edad.
En su infancia Waldemar se ganaba la vida recogiendo basura. Luego, cuando creció un poco más, aprendió a robar y era común que en su mochila llevara un arma. Aparte de robar, se dedicaba a la escuela, y muchas veces la delincuencia era la vía en que lograba solventar sus gastos de estudiante; o sea que sus víctimas en realidad eran sus mecenas que lo becaban.
Waldemar conoció la prisión desde muy joven. Cuando por tercera vez lo entambaron, se puso las pilas y le mandó una cartita al Gobierno de su país para decirle que le echara la mano a los presos que querían estudiar y licenciarse desde la cárcel. ¡Y pum! Waldemar se volvió un estudiante de sociología con el mejor promedio ¡dentro y fuera de la cárcel!
Y tú llorándole al profe para que tu 4.3 suba a 6.
Waldemar salió de la cárcel con un título de Licenciado en Sociología. Ahora se encuentra estudiando el Doctorado (y tú aún ni has hecho el índice de tu tesis de licenciatura), y fundó una biblioteca en su antiguo barrio.
Este ejemplar y rehabilitado individuo, además de ser estudiante de Doctorado, imparte pláticas a jóvenes que de comunidades marginadas para evitar que caigan en las garras del bandidaje y del “oye, che, ¿tenés un poquito de plata o un teléfono que te sobre?”, que, en español brayaniano, significa: “cámara valedor, caéte con la lana y el celular, si no quieres que te meta un plomazo”.