El sueño terminó, repito, el sueño terminó
México.- Hace ya algunos años que sucedió el primer gran impacto de la venta por catálogo. Entre los más destacados, Avon, gracias a su tecnología 3G para integrar su aromático perfume en las hojas.
Por varias décadas, las señoras del Avon eran un grupo organizado que permanecía bajo el radar de Hacienda, hasta que llegó la Cuarta transformación, la valoración al trabajo de la mujer y con ello, la llegada del cobro de impuestos.
Así es, mijas, mijos, doñitas y señitos, la Secretaría de Hacienda dio a conocer el paquete económico del 2020, donde señala el cobro de impuestos a plataformas digitales (Uber, Rappi, Spotify), arrendadores de casa habitación, outsourcing y vendedores por catálogo.
Ajá sí pero ¿mi pedido de Avon estará a salvo?
Al parecer, este cobro de impuestos se entiende de la siguiente manera: “determinar el ISR a pagar sobre la diferencia entre el precio de venta sugerido y el precio de compra. (…) Con este esquema, se fomenta la formalidad y se otorga certidumbre tributaria a los vendedores independientes”.
Pasen ustedes a disculparme pero ¿quién va a terminar pagando el impuesto?, ¿doña Mary que le falta traerme mi juego de vasos de las vaquitas, o yo que tengo esperando varias semanas?
De inmediato le mandé un Whats a mi mamá, veterana de Avon, y me explicó lo siguiente: Avon absorbe toda obligación con Hacienda a través de las facturas de cada representantes; pero existe un precio especial para las vendedoras que pueden comprar las cosas más baratas, por lo que muchas compran y revenden.
El impuesto se quedaría en ese precio antes de la venta, o eso estábamos platicando antes de empezar a discutir sobre si me traje la sombrilla o no.
En fin, más impuestos, más de lo mismo. Apliquemos la Andrea Legarreta por un instante (a mí eso no me afecta porque yo soy inmortal) y vámanas.
