Una tradición severamente castigada
MĆ©xico.- Durante aƱos se ha juzgado a la caguama banquetera como una vulgar bebida de albaƱiles, pandilleros, estudiantes del CCH o delincuentes, sin embargo esta costumbre se mantiene vigente hasta nuestros dĆas.
El arte de compartir cerveza en un envase de tamaƱo familiar ha sido propio de la clase popular mexicana, quien practica con orgullo sus tradiciones e identidad pero que a la vez ha sido criticada por su manera de beber.

Los mayores crĆticos de la caguama banquetera son miembros pertenecientes a la clase alta mexicana o personas de tez blanca que no pueden concebir la existemcia de esta prĆ”ctica salvaje en pleno siglo XXI y que se refieren a quienes la practican como nacos, simios, morenos o diseƱadores grĆ”ficos.
Aunque realmente son las pedas fifis dónde se pueden encontrar mÔs muestras de salvajismo, derroche, accidentes y situaciones embarazosas como las que le sucedieron a los seleccionados mexicanos en este año.
Si bien puede haber violencia en una peda banquetera, estas por lo general suelen ser graciosas y los ciudadanos las graban para compartirlas en redes sociales, generando un gran acervo cultural que nos ayudarÔ a reflexionar sobre este fenómeno social.
Pero tambiĆ©n el uso de caguamas promueve el trabajo en equipo, el compaƱerismo, la educación financiera y hasta la ecologĆa, ya que los envases de esta bebida son apreciados y constantemente se estĆ”n reciclando, generando uno de los modelos ecológicos mĆ”s ambiciosos del mundo.
De acuerdo con el antropólogo Michael de Jesús Pérez, la organización al momento de comprar una caguama en equipo hace que los individuos participen en una pequeña comunidad protosocialista, dónde se tomarÔn las mejores decisiones por el bien de la comunidad.

La vaquita
Lamentablemente los estigmas sociales y el odio parecen desprestigiar esta noble prƔctica que incomoda a los sectores mƔs conservadores de la sociedad. Una sociedad que prohibe las vaquitas, los importes, abrir la botella con la boca, quitarle la etiqueta a la caguama para pegarla en la pared, usar la mochila del amigo o la bolsa del mandado para cargar mƔs chela o utilizar el lavadero como almacƩn de cascos.
Una sociedad que se incomoda con las turbochelas, con las pedas afuera de la prepa, con la mĆŗsica de los Cadetes de Linares, con la baba de todos en el Ćŗltimo trago del envase, con los besos entre albaƱiles, con los āALV MVV PRROā.
El problema no es la caguama banquetera, es tu clasismo, pinche güerito mamón.
