Y fue así que mientras ambos fingían que aventaban “carambolas”, Adame va haciendo “confesiones” de su vida y de sus padres.
“Te voy a decir una cosa, no creas que soy cualquier naco: mi mamá vivía en un castillo afuera de Baden, Alemania, un castillo enorme”, asegura de manera correcta el sensei de artes marciales.
Mientras Franco va ocultado sus ganas de burlarse de lo que va diciendo Adame, aquel sigue con su narración más verosímil que los dichos de Martha Higareda.
“Eran dos familias nobles alemanas mis abuelos…”, detalla Alfredito haciendo que dejemos descansar un rato a Bárbara de Regil.
Quién diría que Adame es de la nobleza alemana…
“Mi mamá vivía en un castillo que se llamaba el ‘Rothestein’ afuera de Wiesbaden, Alemania… mi mamá tenía tres nanas: una que la bañaba, la vestía y todo el rollo; otra que andaba todo el día con ella; y otra que era nomás de ‘ve y tráeme”…”, agrega el sujeto que por alguna razón anda por México en lugar de reclamar títulos nobiliarios en “La Selva Negra”.
Durante la charla, Alfredito va diciendo barbaridad tras barbaridad, aunque sin duda la favorita debe ser que la familia de su madre llegó a México justo porque su abuelo estuvo involucrado en “la Operación Valkiria”, y fue así como llegaron a México, en específico a Coahuila.
“Haciendo una búsqueda del árbol genealógico, resulta que para el FBI mi abuelo era espía alemán; criaba ganado en Nueva Rosita y llevaba 3 mil cabezas de ganado a la frontera, ahí las vendía”, aúna el individuo que lleva relación con todos sus vecinos tanto en la Ciudad de México como en el Castillo de Neuschwenstein.