Increíble pero cierto

Chica le exige a su novio un boleto para Bad Bunny y amigo, date cuenta

¡Ella lo merece!

Paraíso de la productividad.- La histeria por los boletos para el concierto de Bad Bunny ha servido para retratar de cuerpo entero a la generación Z y su importancia en la evolución humana.

Y es que los centennials se han paralizado por completo tras el anuncio de la gira del boricua por nuestro país, y se han dado a conocer todo tipo de historias en donde hacen hasta lo imposible porque alguien les consiga los tickets para el concierto (¿a poco creen que íbamos a poner “para comprar los boletos?”).

Así las cosas, se ha filtrado la discusión de una pareja en donde la chica le estaba exigiendo a su novio que le comprara boletos para el Conejo Malo sin importarle el sacrificio que tuviera que hacer o de los riñones que tuviera que prescindir con tal de que le consiguiera entradas para el concierto.

“Pues trabájale, papasito”, dice la chica en lo que podría ser el slogan de su generación.

Todo quedó grabado gracias al celular del chico (lo que nos hace pensar que tal vez todo es falso, por lo que habrá que hablarle a un experto…) que fue subido a TikTok

; y en la discusión, la chica pasa de las exigencias a decir que “merece”, para luego denostar el tener que “aguantar” a la familia de su novio, en una extraña manipulación que no creemos que haya funcionado jamás…

“Yo me merezco eso. ¡Soy la mejor novia!”, añade la chica que ya ha sido bautizada en las redes como “Lady Berriches”.

“Necesito ir con Bad Bunny, su música es poética. Su música es mejor que la de otros artistas como Coldplay o Metallica”, agrega la chica quien no conoce la falacia de falsa analogía o de hombre de paja.

Al ver que sus estratagemas no funcionan, la chica empieza a llorar, para ser interrumpida por su novio quien le dice “Mi amor, ya cálmate, abre la guantera”, en donde encontró los tickets para el concierto, haciendo de paso llorar a la humanidad.

Y por si se te pasó: una mujer ganó 200 mil pesos vendiendo su leche materna a unos fisicoculturistas.

 

Adolfo Santino