México.- Francisco Durán, profesor de Matemáticas de nivel medio superior, presumió en el convivio de docentes que su celebración del Día del Maestro consistió en reprobar a siete alumnos, con el fin de experimentar el supremo e insuperable placer de escribir bien grande y con rojo el número cinco.
“A cuatro de ellos les prometí pasarlos con 6, y a los tres restantes les dije que me lo iba a pensar, ya quiero ver sus caras cuando vean que siempre sí los reprobé a todos, muajajajá”, explicó macabramente el profe Francisco, mientras sus colegas le aplaudían, llorando de la emoción.
“Es lo más malvado que jamás se me hubiera ocurrido”, comentó la profesora Gloria, de Química, quien también confesó experimentar mucha satisfacción al poner calificaciones no aprobatorias en los exámenes finales.
“A veces les pongo seis, y le encimo un número cinco para hacerlos creer que estaban a punto de aprobar”, explicó.Otro colega confesó que él celebró el Día del Maestro llegando 15 minutos tarde al salón para ilusionar a sus alumnos haciéndoles creer que no habría clase, “cuando vi que ya estaban por irse, entré al salón y les pedí que sólo sacaran una hoja para un examen sorpresa”, aseveró “el profe”.
Por su parte, científicos de Harvard han descubierto que la mayoría de los profesores se han vuelto adictos al miedo que transpiran sus alumnos a la hora de un examen, por lo que muchas de las pruebas que ellos aplican, aun cuando son innecesarias, fortalecen el sistema inmunológico de los maestros mientras que la víctima (el alumno) se debilita considerablemente.
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