México.- Gracias al nacimiento del niñito Jesús, muchos peregrinos alrededor del mundo toman esta celebración como una oportunidad para tocar el corazón de las personas con un hogar confortable y pedir posada para quedarse bajo el fuego de su bondad, amabilidad y calidez humana.
Mismo milagro que quizo ocurrir a las afueras de la casa más importante para los presidentes de México: Los Pinos. Con más de 271 metros cuadrados y 9 habitaciones por persona, este palacio cerró sus puertas por un tiempo, abiertas ahora con la Cuarta Transformación.
Fueron dos singulares peregrinos quienes, al acercarse el cumple del hijo de Dios, decidieron tocar estas puertas para saber si podían obtener posada de manera muy MUY humilde.
Varios guardias de seguridad no lograron reconocer a estos dos sujetos, ya que venían caminando en chanclas, cubiertos con cobijas, mismos que se camuflajeaban con el resto de la perrada. Los dos caminantes lograron colarse hasta las recámaras de los ex presidentes, donde pasaron la dulce Navidad con techo arriba de sus traviesas cabezas.
Cuál fuere la sorpresa, amigos míos, de un joven guardia de seguridad que, al llevarles un rico ponche con piquete, se percató de rostros que ya conocía. Eran Enrique Peña y su esposa Angélica, ex habitantes de la gran mansión.
Ambos fueron escoltados hasta la salida, donde les desearon FELICES FIESTAS Y PRÓSPERO AÑO NUEVO, mientras caminaban de vuelta a alguna de sus 82 casa en el extranjero.
"AUSTERAMENTE" CIERTO
ENCIMADAMENTE REAL
"¿QUIÉN PIDIÓ MARIACHIS?" PERO CIERTO
DESCALABRADAMENTE REAL
"Creo que fuimos un poco duro contigo", le dijeron los mexicanos a Adal
ACAPARADAMENTE REAL