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Capital segura: policías desalojan a peligrosa mujer que contaba cuentos en el centro

Tal vez tenía demasiada ropa y por eso la detuvieron

Vagón con mucha ropa.- Una cuentista fue detenida en el metro de la capital que “porque estaba pidiendo dádivas”, y ahora el país ya es un lugar más seguro.

Los delictivos hechos ocurrieron en la estación Bellas Artes de la Línea 2 cuando una mujer de nombre Adriana Vaca, mejor conocida como “Adris Tlacuache” estaba contando una historia náhuatl a bordo del vagón cuando en eso llegaron los uniformados para detenerla como si estuviera rociando a todos los demás pasajeros de turbios líquidos.

“Fue verdaderamente terrorífico. No solo para mí, sino para mi hija, porque lo más importante de esto es que el tema central que ellos violentaron es que nos pusieron en riesgo de separarnos. Yo pensé, si me llevan con su intransigencia, con su incapacidad de solución, ¿a dónde me van a llevar y ¿a dónde van a llevar a mi hija?”, explica la cuentista quien al momento de la detención estaba junto a su hija de 7 años.

Los hechos tienen indignados no solo a los pasajeros que observaron los hechos, sino a las redes en pleno pues si algo ha quedado en claro en los últimos meses en el Metro de la Ciudad de México

es que se permite hacer de todo, excepto contar historias.

Nada más peligroso que cuentos a bordo de los vagones

Cabe mencionar que cuando la quisieron detener, los demás pasajeros la defendieron de lo que ellos consideraban era un abuso de autoridad, todo ante los ojos aterrados de la menor hija de la mujer narradora.

“No estaba vendiendo nada, las donaciones que la gente me hace lo hace con toda voluntad. Al final mi labor es de difusión de cultura y sí es en defensa de las infancias”, relata la mujer refiriéndose a los dichos de las autoridades en el sentido que “estaba pidiendo dinero”.

No queremos adelantarnos, pero con esta acción es muy posible que los índices de inseguridad hayan bajado notablemente, y que se informe de esto en la reunión del Gabinete de Seguridad que tiene todos los días más o menos a la misma hora que las panaderías empiezan a elaborar los bolillos.

Y para estar al día: unos vecinos tuvieron que poner un letrero para pedirle a una parejita que le bajaran al ruido que hacían durante el delicioso.

 

Adolfo Santino