Increíble pero cierto

Y sigue la mata dando: Rey Carlos llegó despidiendo a 100 empleados en su primer semana

Ojalá haya Junta de Conciliación allá en Inglaterra

Buckingham de los berrinches.-El princesito Rey Carlos III sigue dando de qué hablar (y parece que nos seguirá dando durante su sexenio (…¿cómo que es hasta que se muera? ¡Avísenme!) y ahora no fue la tinta de una pluma la que lo hizo emperrar, sino que el personal del palacio donde vivía al cual despidió de manera fulminante; así, nomás porque le dieron ganas.

Acorde a reportes que llegan del diario británico The Guardian, el nuevo monarca llegó “bravo”y habría despedido a decenas de empleados de la Casa Clarence, que era la residencia oficial donde habitaba el sujeto que nomás tuvo que esperar 74 años para que le dieran chance de reinar, y de hecho, vamos entendiendo por qué nunca dimitió Isabel.

El rey Carlos ya corrió al lacayo que no le quitó la tinta a tiempo

La noticia no ha caído para nada del agrado del Sindicato de Servicios Públicos y Comerciales, quien se manifestó al respecto al calificar la decisión de Carlos en un período de duelo como el que están viviendo de “nada menos que insensible”. Es decir, muy insensible de parte del soberano c… lo dejamos en “soberano”

“Nuestro personal ha brindado un servicio prolongado y leal y, aunque algunos despidos serán inevitables, estamos trabajando con urgencia para identificar roles alternativos para la mayor cantidad posible de personal”, decía el comunicado escrito conjuntamente por todos los empleados de la Casa Clarence que nomás falleció la reina, y con ella se murieron sus trabajos.

El mismo diario inglés aseguró que “todos están absolutamente furiosos… la gente estaba visiblemente conmocionada”, refiriéndose al personal que recibieron el “aviso de despido” por orden de Carlitos “dedos berrinchudos” de Windsor.

Así, con pasos acelerados, Carlos se encamina día a día a convertirse en el rey más querido de todos los tiempos.

Y ya que andamos con berrinches reales: el rey Carlos volvió a las andadas y ahora se emperró porque no le salía tinta de su pluma.

Adolfo Santino