Señorío Malinchista.- En Sudamérica siguen recordando con gusto y melancolía al “Chavo del Ocho”, mientras que en México parece que lo negamos como Pedro a Yisus en un fenómeno digno de estudiarse vía psicología si no es que por un psiquiatra. Y es que difícilmente México ha dado un mejor dramaturgo que Roberto Gómez Bolaños (este solo enunciado dará indigestión a muchos negacionistas de haber visto alguna vez los programas de Chespirito).
Este fenómeno ha intentado ser descrito por especialistas en espectáculos y la razón parece ser compleja, ya que “El Chavo del Ocho” tuvo en su momento mucho éxito en los países de la Conmebol, algo que difícilmente vuelve a repetirse, pero ¿por qué? y más aún, ¿por qué lo siguen viendo allá hoy en día y por qué los mexicanos que ven “Bety la fea” aseguran que nunca vieron al “Chavo”?
Acorde a Álvaro Cueva en entrevista que dio para la BBC Mundo “los personajes de Chespirito son representaciones simbólicas de personajes que existen en todas partes del mundo, son estereotipos sociales”, de ahí que sean fácilmente asimilables por cualquiera. Es decir, todos tenemos una vecina tipo doña Florinda o peor aún, una bruja cerca de nosotros.
Aunado a lo anterior, Gómez Bolaños “construyó un lenguaje que toda América Latina pudiera entender, no nada más los mexicanos”, es decir, no hubiera pegado si hubiera usado palabras como “suave”, “Ponte la del Puebla” o “bien padre” (jerga setentera en México).
Desde el comienzo del programa, vemos a un Chavo llegando a la vecindad con su morralito, y cuando Don Ramón le pregunta por qué está solo en la vecindad, el niño responde: “Un día mi mamá no pasó a recogerme y los demás tampoco”, es decir, “El Chavo fue la representación de un niño pobre como hay en todo el mundo, pero lo quise hacer optimista”. Además que no hay ser vivo al que no se le antoje una torta de jamón.
El Chavo fue (y sigue) querido por personajes sudamericanos de la talla de Pelé y Maradona, incluso éste último en una ocasión lo invitó al programa que conducía en aquel entonces llamado “La hora del 10” en la que ambos manifestaron su admiración mutua, incluso Diego aseguró que “los programas de Chespirito lo tranquilizan”, y vaya que tiene que calmarse.
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