Greenpeace.- Movimientos por el derecho a la vida digna animal encontraron una respuesta que rompe los paradigmas. Un vegano, esta tarde, abrió las puertas de la percepción y miró las cosas como realmente son: infinitas. Todos somos polvo de estrellas y en ellas nos convertiremos, pero antes de eso, solo somos un montón de carne alimentándose de otras proteínas, sean de animal o de vegetal.
“El mundo es distinto” se dijo para sí mientras palpaba sus manos. La idea de que su cuerpo estaba hecho de cuarzos y minerales que alimentaban los chakras cayó en pedazos. “Soy carne, soy el motor que da rienda a la máquina de destrucción”, dijo Francisco, mientras se disponía a saborear el aroma de su Ragú de Ternera.
Nadie querrá abrir los ojos y saborear lo que mastican sus fauces, puede que este sea el destino que tanto desafíamos en conocer. Francisco, así como cientos de personas, procesa una etapa de asimilación de la que casi ningún vegano sobrevive. De tener la fortaleza para abrazar y aceptar su realidad, Paco podrá continuar con su vida.
O podrá pedir el derecho al olvido. No todos los días te enteras que hay un mecanismo vivo y rojo, similar a miles de lombrices, debajo de toda tu piel.
"Ahorita llega la novia, tía"
RECLAMONAMENTE CIERTO
BOCONAMENTE REAL
"Ni parece que está hablando español", se quejó el dueño de una franquicia de pollos…
Yamcha tampoco puede superar que le hayan bajado a Bulma
Son los mismos que se andan con gorra en todos lados