10 memorables médicos que son un orgullo para su gremio
Felicidades en su día, menos a los de IMSS
México.- Hoy es el día de “Éste me lo va a tomar cada ocho horas durante seis días”, y todo el país está muy agradecidos con los médicos, los cuales desde que se pusieron la bata en el primer año de su carrera jamás se la volvieron a quitar.
Y es que esta profesión que salva vidas requiere un compromiso enorme, muchas horas de desvelo, una caligrafía toda horrible y una gran capacidad de saber qué es lo mejor para el paciente: si paracetamol, ibuprofeno o diclofenaco, ¡vaya problema!
Por ello, para celebrar a todos los médicos en su día, hagamos un breve recuento de los doctores más famosos que han aportado su granito de arena y han hecho del país un lugar más saludable. Vamos a ver:
1. Este prestigioso médico mexicano destacó en los años noventa gracias a su excelente talento para contar malos chistes
2. Este rural médico de los años 60, quien destacó por ser humanitario con sus pacientes y operar a un morrito sin el consentimiento de sus padres
3. Sebastián Pérez es un médico de Coahuila. A pesar de haber sido diagnosticado con cáncer, no se rindió, ganó esa batalla y siguió salvando más vidas
4. Este reconocido médico destaca por su amplio sentido del humor, además de siempre mantenerse positivo y con muchas ganas de vivir
5. Este otro se hizo famoso por una operación a corazón abierto que le realizó a un desafortunado hombre calvo. Gracias a sus amplios conocimientos logró salvarle la vida
6. Este icónico dúo de médicos son el símbolo de una de las colonias más emblemáticas y seguras de la Ciudad de México
7. Este bonachón individuo destaca en el área de la medicina gracias a su temperamento bailarín incansable
8. Cómo olvidar los conmovedores diálogos de los médicos del internet
9. El doctor perro, claro
10. Y, por último, este comprometido médico que, además de ser excelente en su profesión, se destacó como un gran padre de familia y un comprensivo esposo
11. Por todos ellos, ¡gracias!, y nunca olvidemos aquella célebre y emotiva frase que siempre nos escriben los doctores: