Tarima de los deseos.- Un director de orquesta presenta su nueva autobiografía, en ella relata pasajes creepypasteros de su vida: confesiones de lo holgazán que siempre en la primaria y prefería irse de pinta para pasar la mañana junto a un lago, en lugar entrar a las clases de química y ciencias artísticas, cosas tan útiles son en la vida.
“Yo siempre me negué a trabajar como burro, tal vez por eso decidí aprender a tocar la flauta y con el tiempo convertirme en director de orquesta. Mi “trabajo” ha sido, desde hace 20 años, supervisar que los músicos toquen su instrumento en el momento adecuado, de partituras que han practicado hasta el infinito, mientras me hacía el enojado disque porque no habían tocado en el momento exacto”, detalló el director al presentar su libro.
Semejante honestidad en una autobiografía ha llamado mucho la atención, pues por décadas estos seres han rechazado que solamente se paren enfrente de la orquesta con una varita tipo Harry Potter. La confesión de este personaje confirma lo que la inmensa mayoría sospechábamos:
los directores de orquesta son seres perezosos.“La gente califica a un director de orquesta según cuánto movamos el pelo o nos enloquezcamos al mover la batuta, pero la realidad es que nos imaginamos cmo el vato pelón de Whiplash“, así reza el párrafo introductorio de su libro.
El libro rápidamente ha alcanzado la lista de “los más vendidos”. Se espera que habrá un período de sinceridad sin precedentes que concluya con la biografía de algún político en el que acepte que a él, lo único que le interesa son los “negocitos” que acarrea el poder.
"Que vayan a trabajar los que no quieran convivir con sus suegras", propuso un líder…
AVARICIOSAMENTE CIERTO
ENFÁTICAMENTE REAL
QUÉ AGUSTICIDAD PERO CIERTO
A PENUMBRAS PERO CIERTO
SIN FRÍO MADRILEÑO PERO CIERTO