París.- Hace dos años y cachito, en 2015, nos visitó un científico loco en compañía de un valiente muchacho experto en usar patinetas voladoras. Ellos venían del ya lejano año de 1985, el intrépido joven era Marty McFly, conocido como el inventor del Rock moderno, mientras que el científico loco es nada menos que Michel Foucault.
El hecho es que el tal Fucó (como se le conoce en Filos y en Polakas) descubrió con horror que el padrastro de Marty McFly se convertiría en ¡el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica!
Y todo por una simple revista donde se registran los partidos que el Cruz Azul va a perder por los siglos de los siglos.En 1985, Trump ya era dueño de una mansión y además padrastro de Marty McFly, quien por entonces era alumno adjunto de la cátedra Universitaria de Michel Foucault. El caso es que fue tanto el poder de Biff Tannen (así se le conocía entonces a Trump) que en noviembre de 2016 se volvió presidente y el resto de la historia la conocemos muy bien.
Cuando Foucault y su alumno adjunto Mary McFly viajaron al año 2015 y se enteraron de que un señor millonario quería ser presidente de los Iunaites, la curiosidad hizo que luego viajaran a nuestro momento y se enteraran de que dicho millonario sí había conseguido su macabro objetivo y que, además, se trataba nada menos que del temible Biff Tannen.
Las consecuencias ya las sabemos. Lo que no sabías, oh inocente amigo, es que Foucault y McFly compusieron la tremenda metida de pata que le dieron al mundo y lograron que Trump nunca llegara a la presidencia. Sí, eso pasó.
Desgraciadamente, cuando Biff Trump robó el DeLorean e hizo sus fechorías, se creó una línea alterna espacio-temporal. En esa línea alterna Donald Trump sigue ejerciendo el poder y haciendo de las suyas. ¡Lo triste del asunto es que nosotros nos quedamos atrapados en dicha realidad alterna!
INDESTRUCTIBLEMENTE REAL
DEGRADADAMENTE CIERTO
SEPARADAMENTE REAL
Nada como pasarla el 24 en bata evitando el estrés familiar
El pasar dos horas buscando estacionamiento es el primero paso para la canonización
La respuesta diplomática ya surtió efectos