Increíble pero cierto

Pa que no digan que no llegó: repartidor entrega paquete a mujer que estaba en la azotea

¡Ahí va el agua!

Campo de lanzamiento de bala.- Unos repartidores de Amazon decidieron arrojar el paquete a la azotea de la casa para que no haya pretextos de que no se entregó el pedido.

Por medio de TikTok se dio a conocer las imágenes tomadas por una cámara de seguridad del domicilio que al recibir un pedido de Amazon, la dueña de la casa se asoma por la azotea para avisarles a los repartidores que se había quedado encerrado sin llaves dentro de la casa (ha de tener un sistema de hiper seguridad que no se puede abrir por dentro) y que si le podían arrojar el pedido por arriba.

Los repartidores le dicen que sí, pero como se trataba de un paquete pesado, decidieron subirse a la unidad donde van los paquetes, y desde ahí, se lo arrojan a la mujer, quien no sabemos si lo cachó sin irse para atrás, debido a que la cámara enfoca a la calle y no a la parte superior de la casa.

El paquete está bien por si estaban preocupados

“Mi hermana accedió a intentar eso. Subió y cuando la vieron se subieron a la camioneta para hacerlo más fácil. Mi hermana sacó su lado atleta y cacharlo a la primera”, explica el narrador genérico de los clips de TikTok.

“Cuando los repartidores de Amazon están comprometidos con su trabajo”, así titularon el video subido a la red social.

@luisrbls84 Cuando los repartidores de #amazon están comprometidos con su #trabajo ♬ Sneaky Snitch – Kevin MacLeod

Tal vez el momento clímax del video es ver como los repartidores sienten un derecho divino por “estar trabajado” para estacionarse en segunda fila sin importarles que la calle sea una vialidad congestionada.

Según el usuario que subió el video, tanto el paquete como su hermana están bien, y ahora sí que ni cómo hacer el reclamo a Amazon que el paquete no fue recibido para solicitar un reembolso a la mexicana.

Y por si no lo viste: Maná cantó “como quisiera vivir sin agua” en un concierto en pleno Monterrey y parece que no tienen temor de Dios.

Adolfo Santino