Carnicería norteña.- Muchos hemos escuchado de la vida de Pancho Villa, y es tiempo que hasta hoy los historiadores aún no se ponen de acuerdo si fue más héroe o más villano.
“El centauro del norte” como él mismo se apodaba, fue tal vez el revolucionario más conocido de aquella oscura etapa de la historia nacional, y su fama incluso traspasó fronteras, y en algún punto se le apodó “el Robin Hood mexicano”.
Villa pronto atrajo la atención de los estudios de Hollywood quienes querían hacer una película de él y por eso le ofrecieron un trato por 25 mil dólares para grabarlo en exclusiva mientras dirigía a sus huestes en esas batallas revolucionarias.
Y porque es oportuno aclarar: ni Villa, Ni Carranza, ni Zapara, ni Obregón, pelearon jamás contra el villano favorito que es Porfirio Díaz. De hecho, el general dejó el poder precisamente para evitar derramamiento de sangre, provocando todo lo contrario, pues se hicieron trizas entre caudillos. Como que creímos ad hoc mencionarlo, además que la vena de la frente estaba por reventar. Seguimos….
Así las cosas, la Mutual Film Corporation empezó a preparar el documento “The life of the general Villa” que auguraban sería un éxito cinematográfico, sobre todo en Estados Unidos donde era muy querido (obviamente, esto fue antes de los de Columbus).
La producción siguió de cerca a las fuerzas villistas, pero debido a la situación evidente, no se podían acercar mucho al fragor de la batalla por miedo a ser heridos, así que las tomas no fueron lo que se pensaba, incluso el director Raoul Walsh intentaba pedirle a Villa sobre el lugar donde tenía que realizar las batallas, y parece que los contrincantes habían leído a Sun Tzu y no cedían en el campo de batalla que más le convenía a Hollywood.
“Tenemos que rodar de 9 de la mañana a 4 de la tarde porque luego la luz del solo no es la adecuada”, habría dicho Walsh a Villa a lo que este contestó cínicamente:
“No se preocupe, don Raúl. Si piensa que la luz de las cuatro de la mañana no es adecuada para su pequeña máquina, no hay problema. Las ejecuciones las realizaremos a las seis”.
Del documental poco pudo rescatarse por las tomas inadecuadas, así que éste se tuvo que terminar de filmar en estudio. La película se estrenó en mayo de 1914 en New York, pero su éxito fue escaso.
De la grabación original, solo se rescataron fragmentos, ya que los rollos se “reciclaron” para usar la plata que se se usaba en ese entonces.
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