Un artista plástico italiano decidió “realizar” una escultura “”””inmaterial”””” llamada “Io sono” (“Yo soy”, por si no se les pegó nada de la serie de Luis Miguel) la cual obviamente ni se ve, ni se puede tocar ni nada.
Lo que cualquier persona coherente clasificaría como “tomada de pelo” resulta que fue puesta en subasta y lo peor de todo es que sí hubo alguien que pagó un dineral por ella.
El comprador, un brillante sujeto de Chile pagó 18 mil dólares por ella, haciéndonos entender aún más el cuento del “traje nuevo del emperador”.
El artista de nombre Salvatore Garau tiene una larga trayectoria en las artes plásticas, y al momento de la venta de su “escultura”, aseguró que no engañó a nadie ya que “está vendiendo un ‘vació”, por si no creían en las maromas eufemísticas.
Según el principio de incertidumbre Heisenberg, “El vacío no es más que un espacio lleno de energía, y aunque lo vaciemos y no quede nada tiene energía que se condensa y se transforma en partículas, es decir, en nosotros”, semiótica que parece conocer Garau y que le sirvió para embolsarse casi 400 mil pesos.
Junto con la flamante obra, Salvarore entregó un certificado de “autenticidad de la obra” que rezaba lo siguiente:
“En el momento en que decida exponer una escultura inmaterial en un espacio determinado, ese espacio concentrará cierta cantidad y densidad de pensamientos en un punto preciso, creando una escultura que desde el solo título adoptará las más variadas formas”
-Salvatore Garau
Pero no crean ustedes que al ser una obra “hueca” no necesita espacio para ser mostrado, al contrario, según Salvatore, su obra debe ser colocada en espacio libre de obstáculos de 150 cm X 150 cm, además de ser colocada en un lugar donde la iluminación sea basta, entre otras especificaciones que le dio al comprador.
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