México.- Tras el paso del tiempo, esta generación comienza a olvidar poco a poco las aventuras de El Chavo del 8, situaciones que sucedían alrededor de una tranquila vecindad en lo que parecía ser la Ciudad de México, en ese entonces el Distrito Federal.
Roberto Gómez Bolaños describía a un niño que vivía en un barril (según otras teorías vivía en el 8, por eso era el Chavo del 8), con el resto de niños que habitaban en este co-living de la antigüedad.
Sin embargo, todo protagonista de la historia tiene un antagonista, la fuerza opositora que evitar, y muchas veces con éxito, que la figura principal cumpla con sus deseos, impulsos o metas.
Con el paso del tiempo, las cosas cambiaron, los que creíamos que eran los malos en el Chavo del 8, al parecer, solo son seres humanos actuando según su contexto y no deberían ser juzgados por ello.
Por ejemplo, tenemos a Doña Florinda, quien se creía una posible contraparte de El Chavo, pues su actitud prepotente y altanera para con el resto de la gente que no fuera “su tesoro”, la hace una posible candidata a ser la villana de la aclamada cinta El Chavo del 8.
Algunos apuntalan al Señor Barriga, pues constantemente se entremetía en juegos y jolgorios para realizar la temible actividad de cobrar la renta, en una vecindad que se caía por el descuido y la negligencia.
El más obvio era la Bruja del 71, quien por su refunfuñante manera de regañar a un grupo de niños, recibía el desprecio del resto de la vecindad. Además de ser solterona, porque no hay peor pecado que no casarse.
Uno del que nadie habla es Don Ramón, era llevado y violento con seres inocentes a las que se les chispoteaba de vez en cuando, pero Don Ramón, sin piedad alguna, le daba sus coscorrones al Chavo del 8, quien ni era su hijo, ni su conocido, ni nada.
Ahora bien, planteado lo anterior, temo decirles que al observar la serie duramente con los juicios que tenemos hoy, podemos concluir que ninguna de estas personas antagonizaba al Chavo del 8, ni siquiera el mismísimo Roberto Gómez Bolaños, a quien le daba mucha risa burlarse de la gente gorda porque es gorda, de la gente alta porque es alta, o de las mujeres por ser mujeres.
O que en repetidas ocasiones le puso el pie a los actores para recrear sus personajes fuera del Chavo del 8, bajo amenazas de no trabajar en ninguna televisora de Latinoamérica si no lo obedecían. NO.
A pesar de que el señor Barriga representaba una figura burguesa de autoridad, encontraba en su corazón la manera de perdonar 14 meses consecutivos de renta y además llevarse al Chavo de 8 a Acapulco.
Por su parte, Doña Florinda era una madre soltera que buscaba el bienestar de su único hijo para que no se juntara con la “chusma“, término acuñado por Carl Marx para definir a la clase trabajadora sobajada por la idea de superioridad económica.
Para la Doña Clotilde, tan solo el ser soltera y no tener familia la convertía en “bruja”, hasta ahí, porque los criterios de Chespirito en 1970 determinaban que eso te convertía en un ser de otro rango.
Y para Don Ramón, el ser pobre y no encontrar trabajo, era solo un ejemplo más de la deficiencia sistemática gubernamental que niega las oportunidades a un grupo de personas, limitando el acceso a la educación y un empleo digno. Pues claro que iba a estar de malas y renunciar a los trabajos que conseguía, nadie nunca le enseñó lo contrario.
Espero que la próxima vez que vean el Chavo del 8, reflexionen sobre su contexto, sin hacer duros juicios a personajes que representaban un fragmento de la sociedad mexicana en su máximo esplendor, llevada a la exageración con fines de comedia.
INDESTRUCTIBLEMENTE REAL
DEGRADADAMENTE CIERTO
SEPARADAMENTE REAL
Nada como pasarla el 24 en bata evitando el estrés familiar
El pasar dos horas buscando estacionamiento es el primero paso para la canonización
La respuesta diplomática ya surtió efectos