Gosada Familiar.- Una persona perdida en la mitad del camino de su vida, asegura que la debacle comenzó cuando le taparon los ojos con una venda y ya no pudo darle a la piñata que colgaba en la cochera de sus suegros.
‘Desde ahí, perdí el camino de mi vida’, confirmó la desdichada mujer.
Al parecer, la piñata fue el desencadenante de la situación que soledad, angustia y hambre nocturna que vive en la actualidad, y que de seguro no hubiera sucedido si hubiera roto la Rosita Fresita que colgaba de los aires.
El no darle a la piñata ya había sido catalogado como una superstición moderna, pero que sí cumplía sus predicciones y no como lo de romper el espejo o pasar por debajo de las escaleras.
‘Yo hasta la pasaba para no embarazarme, pero a la piñata sí no le pude dar’, aunó la misma mujer que aunque no rompía en cantarito, sí se arrojaba encima de los niños para agarrar dulces.
La historia de la mujer coincide con lo que paso a un colectivo de hipocondríacos quienes entraron en un círculo de infortunio el día que abrieron un paraguas dentro de una casa.
Así advirtió un racional sujeto: ‘La piñata parece algo inofensivo, pero es bien peligroso si no le das’.
REVELADAMENTE CIERTO
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PARECIDAMENTE REAL
SIN SHORAR PERO CIERTO
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