México.- ¿Ven a este señor?
Pues ahí donde lo ven, Luis Miguel Cobo cotorreó de lo lindo con Juan Gabriel, se empedó miles de veces con José José y mandó a la chingada a Camilo Sesto. Como lo leen. No sólo eso, sino que además, Don Luis fue la persona que tomó esta foto, la cual hace unos días dio la vuelta al mundo.
En ella, aparecen por primera y única ocasión cuatro leyendas de la música juntas: Juan Gabriel, José José, Camilo Sesto y Rocío Durcal. Ahí nomás. Tres de ellos, lamentablemente ya colgaron los tenis y están en cielo del mame, razón por la cual esta foto cobra más relevancia.
Incluso le han dedicado buenos memes:
Pero, ¿cuándo ocurrió esta foto? ¿En dónde fue? ¿Cómo fue posible este crossover que no lo tienen ni los Picapiedra cuando conocieron a los Supersónicos? Todas estas respuestas las tiene Luis, periodista y fotógrafo de 61 años. Él ha caminado entre los dioses y vivió para contarlo al Equipo de Investigaciones Especiales del Deforma.
Acompáñenme a ver esta historia.
Imaginen vivir en la década de los 80. No hay computadoras, celulares ni reggaetón. La gente se entera de los chismes de los famosos por revistas, periódicos y televisión. No sólo no hay spotify, sino que el CD todavía no existe y la gente compra enormes discos de vinyl.
Los músicos eran semi dioses inmersos en una vida de viajes, lujo y estrés. Algo así como la serie de Luis Miguel, pero en serio. Juanga, José José, Rocío Durcal y Camilo Sesto eran los artistas más grandes en español, con rolas como “Querida”, “La Nave del Olvido”, “Amor Eterno” o “Vivir así es morir de amor”, las cuales son tan buenas que las mamás todavía las escuchan cuando barren la casa.
A todos ellos, los lleva la misma disquera: Ariola. El gerente de prensa y televisión de dicha disquera fue Luis Miguel Cobo, un joven periodista encargado de llevar la relación de los músicos con los medios de comunicación. Esta función la desempeñó de 1980 a 1989, nueve años en los que convivió de cerca con ellos, acompañándolos en viajes, camerinos, y grabaciones.
“Un día, por ahí de 1984, me habla mi jefe, el Señor Fernando Hernández y me dice ‘Oiga, Señor Cobo, necesito que se vaya mañana a Los Ángeles en el Tecolote”. El Tecolote era un viaje que salía del entonces Distrito Federal a California a las seis de la mañana. Como sabía de la afición de Luis por la fotografía, su jefe le pidió que llevara su cámara y seis rollos.
Una vez en Los Ángeles, Cobo supo cuál era su misión: por primera vez en la historia, los cuatro artistas más grandes de Ariola se encontrarían en las oficinas centrales de la compañía. Él tenía que tomarles la foto. “Pero tu amigo”, comenta Luis, “¡sólo se llevó rollos en blanco y negro!”.
Y ni modo. Cuando se dio cuenta, Alberto Aguilera Valdéz, José Rómulo Sosa, María de los Ángeles de las Heras y Camilo Blanes, como bajados del cielo, ya se encontraban echando el trago en el lobby de Ariola International. A las prisas, el director de Ariola, Máximo Aguirre, les pidió que se sentaran en el mismo sillón para tres personas. Entonces, Cobo disparó su Nikon FE de 35 mm y el resto es historia.
Tomé cinco o seis. Pero son propiedad de Ariola. Al llegar se las entregué a Alberto Reyna, jefe de arte de la compañía, quien lamentablemente ya falleció. Han cambiado varias veces de oficina, así que es muy difícil que conserven los negativos. Yo creo que es la única foto que existe.
Entre Juan Gabriel y Marieta (Rocío) había muchísimo cariño, qué barbaro. José José respetaba mucho a Juan Gabriel y entre ambos había respeto y amistad. Con Camilo… más o menos, como que sí, como que no. Existía ese celo profesional que hay entre todos los artistas, pero en general todos se llevaban bien, fue un ambiente cordial.
Aunque, ya más entrados en confianza, Luis me revela más…
Además de la legendaria foto, Luis me cuenta su experiencia con cada uno de estos cantantes, aunque tiene tantas anécdotas en su memoria que me asegura que nunca terminaríamos la entrevista. “Lo que sí te puedo decir es que Pepe, Alberto y Marieta eran hermosos e increíbles seres humanos, pero no puedo decir lo mismo de Camilo”.
“Era un tipo muy déspota. Tuve experiencias muy feas con él. Se burlaba de los tramoyeros y en muchas ocasiones no quería salir a tocar”, me cuenta sobre Camilo, aunque reconoce que siempre supo distinguir el trato personal del profesional.
Cosa distinta con Juanga y José José, con los que viajó mucho. “Pepe se la pasaba contando chistes todo el viaje. Además era alguien que nunca te decía que no. Era capaz de estar dos horas en el aeropuerto firmando autógrafos. Lástima de su enfermedad, pero todos tenemos nuestras fallas”, explica Luis. Y es que muchos pueden presumir un autógrafo de José José, pero pocos pueden presumir haberlo cargado mientras iba hasta atrás.
A Juan Gabriel, me cuenta, lo iba a ver después del trabajo. “Salía a las 6 de Tecamachalco, me hacía veinte minutos a su suite del Fiesta Palace y me iba a las 10 de la noche de todo lo que platicábamos. Increíble su sabiduría, cultura y sensibilidad hacia la gente”, relata, aunque presiento que vivieron momentos más atascados. “Eso sí, nunca quiso hablarme de tú, pues decía que se perdía el respeto”.
“Me dolió mucho cuando murieron Marieta y Alberto. Te viene a la memoria todo lo que viviste con ellos”. Y es que si a uno se le sale la lagrimita escuchando “Amor eterno” y pensando en su jefecita, imaginen a Don Micky, que estuvo codo a codo con todos ellos.
Tras su paso por Ariola, los 80 terminaron y el vinyl fue sustituido por el Compact Disc. Luis Miguel Cobo recorrió todavía buena parte de la industria discográfica durante los noventa. “Me encantaba mi trabajo, pero era muy grande el estrés de la época. Los artistas te quitan todo: el pelo, el matrimonio, la familia”.
Actualmente, Luis es dueño y director del medio de comunicación La Voz del Árabe, especializado en las noticias del mundo árabe. Pueden entrar a su sitio aquí, a su facebook acá y a su Twitter aquí. Aunque los años de la acompañar a la artisteada han quedado lejos, él lo recuerda con cariño: “Era pesado, pero fue increíble tratar con esa gente”.
La foto la tomé un jueves. El viernes ya estaba en mi casa. Como no había medios digitales, salías con el sobrecito y entregabas directamente en el periódico o al periodista, o por fax. Yo entregué la foto el lunes y el miércoles le dio la vuelta al mundo, pues era algo nunca antes visto.
Mucha tristeza. Tristeza profesional, no sé si me entiendas. Porque ya faltan tres de ahí, tres grandes. Y queda uno de los más grandes, pero está muy enfermo en este momento. Ahora es otro mundo. Yo estuve con esos cuatro, los abracé, los estreché, platiqué con ellos y ahora… ¿dónde están?
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