Tierras Santas – El día en que nacemos, nacen todas las flores, nuestra jefecita se pone bien contenta y aunque papá se sienta decepcionado porque no fuimos niños, también hace como que nos quiere.
Con el tiempo nos volvemos regordetes, olemos rico y todo el mundo quiere andarnos cargando, todo esto sin saber que somos unos seres portadores de maldad, marcados con el pecado original a cada suspiro.
Una clásica rolita dice que “en la fila del bautismo cantarán los ruiseñores” pero eso no pasó en esta celebración. “Es de que” estos papás pensaron que sería una gran idea bautizar a su bendición cuando esta ya supiera hablar, caminar y pararse solita porque eso de andarla cargando toda la misa está cañón; además de que así le hacían la presentación de una vez y se ahorraban lo de una fiesta.
Pues sí, amigos, la maldad no tiene límites, no sabe de edad, sexo o religión y vive en nosotros cual solitaria esperando el momento indicado para salir y atacar directo a la yugular a cualquier ser de luz que se ponga en frente.
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