Estados Unidos.- Esta es la triste historia de una mujer y un hombre que se conocieron en la plenitud de sus vidas, se enamoraron y comenzaron a planear una vida juntos. Pero como toda historia moderna de amor, terminó en tragedia… aunque en esta ocasión, la tragedia presidió una estructurada emboscada.
Ramón Sosa y María ‘Lulú’ Sosa contrajeron matrimonio en el 2010. Ambos unidos por su amor al ejercicio, fundaron un gimnasio en Texas que administraban juntos hasta aquel fatídico 2015, cuando la cachetada de la crisis económica lo golpeó en la cara.
Tras severas peleas de “me cae gorda tu mamá, tu cabello se ve tonto, ya no cumples como antes”, María admitió sentirse insatisfecha con la forma que llevaban su matrimonio, por lo que pidió el divorcio inmediato.
Por su parte, Ramón respondió con una negativa a la separación, pues pensaba que mientras el amor se sostuviera, cualquier situación podría resolverse… Y chan chan chaaaaan, giro de tuerca el que se llevó Ramón al entrar en contacto con un ex compañero de boxeo, quien le echó aguas porque “alguien” *guiño guiño* estaba comploteando en su contra para asesinarlo.
Al principio, Ramón pensó que se lo estaban cotorreando, pero la verdad es que su esposa María había contratado a este hombre por 2 mil dólares para que le entregara su cabeza
, sin contemplar la amistad que ambos tenían anteriormente.Entonces, déjame te cuento, que Ramón Sosa se puso de acuerdo con el “asesino” para llevar un micrófono encubierto y grabar las conversaciones que tenía con la presunta culpable. En las grabaciones salió que “lo quería ver muerto ALV” y fue entonces que ambos se pusieron en contacto con las autoridades.
Pudieron haberla arrestado en ese momento, pero como a la policía casi no le gusta el chisme, armaron una emboscada con la víctima para fingir su muerte dentro de una sanja, balazo en la frente y descamisado para hacerlo más dramático.
Uno de los policías entregó las fotografías a la señora Sosa fingiendo ser el asesino. Al observar a su esposo muerto, el policía declaró que la mujer comenzó a reírse malvadamente mientras se escuchaban rayos en el cielo, los niños corrían y las aves cambiaban de dirección creando un caos en el cielo oscuro.
Por un crimen que sí cometió pero no cometió, María Sosa fue condenada a 20 años de cárcel. Mientras tanto, Ramón se puso una camisa y siguió con su vida, afirmando no poder ser el mismo de antes desde que realizó lo que todos hemos deseado alguna vez: ver cómo reaccionan tus conocidos al saber que colgaste los tenis y saber realmente a quién le importas y a quién no.
"Ahorita llega la novia, tía"
RECLAMONAMENTE CIERTO
BOCONAMENTE REAL
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