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Psicólogos declaran que la moda de los perrhijos y gathijos se debe al Tamagotchi de hace veinte años

Misterio resuelto

La Colonia del Valle, goe.- Te preguntarás: ¿ah, caray, por qué en ciertos parques ya no hay niños jugando y, en su lugar, hay un montonal de perros que salen a “hacer sus graciosadas” o a pasear? También habrás de preguntarte: ¿por qué esos extraños individuos que tienen a sus perritos tratan a sus mascotas como si fueran niños? La respuesta es muy sencilla: Tamagotchi.

Ya no hay niños en los parques porque los niños crecieron. Hay perros en los parques porque esos adultos, al crecer, decidieron criar, cuidar, educar e incluso amamantar a perros. Estos animalitos se convirtieron en perrhijos y son el verdadero y (a veces) el único amor de muchos individuos que oscilan entre la chavorruquez y la generación de los Millennials.

Esta información fue revelada por psicólogos que estudiaron por más de veinte años el comportamiento de personas que por entonces eran niños, luego fueron creciendo hasta convertirse en unos seres posmoveganos orgánicos neodivergentes y problematizados con nuevos modelos de familia.

Los psicólogos, afirmaron que el hecho de que existan perrhijos, gathijos, hámsterhijos y lagartijos se debe a que en la feliz y memorable década de los noventa existió un juguetito que ahora ha cumplido veinte añotes y que se llama Tamagotchi.

Ese aparatito (donde aparecía la imagen de un animal que se tenía que cuidar, alimentar, proteger) provocó en toda una generación que los niños comenzaran a habituarse a vivir con el cuello doblado, muy pendientes de un artefacto (algo ahora muy común por estar en la era de los smartphones).

Tamagotchi de los que éramos pobres

El Tamagotchi ocasionó además que estos niños se volvieran un poco antisociables y prefirieran el cuidado íntimo de un animalito virtual a otro tipo de juegos (aunque también se acostumbraba echar la reta o sacar los tazos). La cosa es que los más clavados en el Tamagotchi son ahora los que tienen perrhijos y gathijos.

El resultado fue que, ya en la edad adulta, la generación Tamagotchi quiso llevar el deseo tamagotchiquesco a un nivel más fuerte: un ser vivo de a de veras: “y pues ahí lo tienen, muchos perrhijos y gathijos son la evolución del Tamagotchi”, afirmó un psicólogo (que le detectó complejo de Edipo a más de dos de nuestros corresponsales).

Lui

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